Perder la salud: el proceso de aceptar tu diagnóstico
13 jun 2019
¿Recuerdas tu reacción cuando recibiste el diagnóstico de tu enfermedad?
Hay tantas reacciones como mujeres en el mundo, pero muchas veces suelen ser dos caras de la misma moneda.
Por un lado sientes alivio, finalmente todos tus síntomas encuentran sus porqués, no te estás inventado nada, todo es real, se debe a un desequilibrio hormonal, es algo que no solo tiene nombre, sino también tratamiento.
Por otro lado, ¿y ahora qué hago?, ¿cuántos cambios tengo que hacer?, ¿esto me lo causé yo misma?, no voy a poder con tanto, ¿dependeré de una pastilla para siempre?
A partir de este momento comienza una especie de lucha interna entre las dos caras de la misma moneda, una cantidad de pensamientos negativos te invaden y hasta te bloquean, es por esto que hoy quiero hablarte justamente de esa etapa en la que no sabes qué hacer y te invade la incertidumbre. El momento después del diagnóstico.
El duelo
Cuando recibes el diagnóstico de una enfermedad crónica, se moviliza en ti, consciente o inconscientemente un sentimiento de pérdida.
La enfermedad y todas las consecuencias asociadas a esta, te impotentizan, te hacen encontrarte de frente con tu vulnerabilidad.
Este sentimiento de pérdida, lo vives como un duelo, pierdes tu vitalidad, tu ritmo normal de vida y las circunstancias te exigen adaptarte.
Tu manera de llevarlo dependerá mucho de tus fortalezas internas y tu vivencia de la pérdida, por ejemplo cuando el diagnóstico pone en juego la maternidad, se moviliza también la renuncia a la posibilidad de ser madre y esto agrava mucho más el cuadro y por ende, su aceptación.
Es así como a partir de ese momento comienzas a transitar una serie de etapas, donde experimentas diferentes emociones y cuyo final terminará (si todo sale bien y sabes trabajarlo), en la aceptación de tu enfermedad, así comenzarás a trabajar los cambios necesarios para mejorar y recuperar tu bienestar.
Etapas después del diagnóstico
Aceptar el diagnóstico supone también aceptar la pérdida de la salud, de la vitalidad, es por esto que las etapas por las que pasas, son también las etapas del duelo (descritas por primera vez por Elizabeth Kübler-Ross).
Sí, asumir que tienes una enfermedad crónica y lidiar con sus consecuencias puede ser tan duro como perder algo o alguien muy valioso para ti, después de todo es de tu salud de lo que estamos hablando.
Negación
Hace poco hablaba con una paciente que me comentaba el inicio de su enfermedad: “después de ser una persona tan sana, me negaba a creer que yo pudiera haber desarrollado algo autoinmune, así que dije si esto es mental, mentalmente también me lo quitaré” poco tardaría en darse cuenta que necesitaba algo más que “mentalidad” para superar su tiroiditis de Hashimoto.
La negación surge como una forma de defenderte de aquello que te angustia, te causa daño y no sabes cómo manejar, te es difícil aceptar o reconocer la enfermedad, piensas que pudo ser un error o incluso intentas vivir tu vida lo más normal posible, como si nada hubiera pasado.
En el caso de mi paciente, la enfermedad le ponía de frente una vulnerabilidad que nunca había experimentado, algo que no estaba preparada para asumir.
Ira
La ira puede surgir como rabia, hostilidad o mal humor hacia tu entorno o hacia ti misma. También suele venir enmascarada como culpa o reproches por “haberte causado la enfermedad” o pensamientos como “si me hubiera cuidado, no estuviera pasando por esto”. Por supuesto se intensifica cuando la enfermedad está causada por un estilo de vida inadecuado.
El mayor riesgo en esta etapa es incurrir en conductas autodestructivas como atracones con alimentos dañinos o abandono del tratamiento.
Negociación
Surge como una forma de afrontar la culpa que antes sentiste, ahora no te percibes como culpable sino que, te ubicas desde la responsabilidad, tu rol en tu proceso de sanación es más activo.
Comienzas a identificar todo lo que está en tus manos para mejorarte, abandonas las conductas autodestructivas y comienzas a comprometerte con tu bienestar.
Depresión
La tristeza es la emoción predominante en esta etapa, es común que tengas sentimientos de vacío e injusticia, desesperanza y ganas de abandonarlo todo, en este momento eres más vulnerable a los pensamientos negativos y puedes en efecto abandonar tu tratamiento, corriendo el riesgo de tirar todo tu trabajo a la basura.
Aceptación
En esta etapa no solamente reconoces tu enfermedad, además reconoces el dolor y las limitaciones que conlleva, sin buscar culpables, ni sentirte derrotada, por el contrario asumes una posición responsable de lucha y supervivencia
¿Todas pasamos por estas etapas?
Si, todas vivimos cada una de estas etapas pero como te comenté al principio nuestro tránsito por ellas es variable y depende de muchos factores, entre ellos están:
Las pérdidas asociadas a la enfermedad: imposibilidad de ser madre, cambios en la imagen corporal, cambios de ánimo, disminución la interacción social y enfermedades asociadas.
Tus duelos anteriores: cuando vivimos un proceso de duelo y no lo superamos, digamos que este duelo original queda “dormido” y ante la vivencia de un nuevo duelo, se reactiva, haciendo más difícil el afrontamiento.
Tus fortalezas internas: es decir tu capacidad para posicionarte ante la enfermedad y todos los retos que supone, si eres capaz de conectar con tu cuerpo y comprometerte con tu salud a pesar del infortunio.
Estas fases no son estáticas, puedes volver a ellas dependiendo de tu proceso, incluso cuando llegas a la aceptación, los momentos de rabia o tristeza pueden ser esperados, por esto es importante entender tu camino, tu proceso, por más que sientas que retrocedes, no lo estás haciendo, en cada caída sigues reconstruyéndote, resignificando tu enfermedad y aceptando tu pérdida, para darle paso a las nuevas ganancias.
Nos vemos la próxima semana